MENSAJE DE BIENVENIDA

Bienvenidos a Psicología Mística, éste es un lugar dedicado al conocimiento de nuestro ser, donde convergen variedad de temas, que están pensados para generar una sana discusión y/o opinión a cerca de las miles de inquietudes que rodean a nuestra existencia y del lugar que ocupamos en el mundo.

El enfoque que seguimos es Holístico, donde las ciencias, para ciencias, mística y espiritualidad comulgan.

Les damos la bienvenida y queremos que sea de su total agrado éste espacio.

martes, 21 de diciembre de 2010

ORACIÓN DEL PSICÓLOGO




Permiteme padre tener presente el dia y la noche que no solo tengo el poder concedido por ti de vencer
la angustia ajena, sino también el de corromper lo más extraordinario de tu creacion con una sola
palabra torpe: la mente.
Hazme humilde y graba en mi alma que no soy dueño de una verdad absoluta, ni mi paciente el
mentiroso total. Debo entender que si miente es por miedo o timidez: No permitas que eso me
irrite y dejame desentrañar la verdad de la mentira.
Deja que mis problemas personales esperen afuera de mi consultorio y que me dedique en cuerpo
y alma a los conflictos de mis pacientes que recurren a mi cuando sienten que se les escapa de
las manos el timón de su vida.
Dame valor para mi mismo y para contagiarselo a la mujer que no logra perdonar el adulterio de
su marido, el hombre que llora como una criatura al recordar los golpes que su padre le dio hace
cuarenta años y al viejo que tiembla por la cercania de la muerte.
Ayudame a enseñarle al asesino a que se perdone a si mismo como lo perdonas tu y dejame borrar
sus pesadillas.
Dame el sentido de la oportunidad que se necesita para elegir el instante preciso en que mi paciente
pueda extraer de si mimo la verdad o tomar la decision respecto a su vida.
Concedeme oido atento y paciencia infinita para los repetitivos y los que discuten circularmente sin que,
al parecer, pueda empujarseles a ninguna conclusión.
No permitas que acumule en mi alma dolores ajenos ni que mi cerebro archive para sí las pesadillas de
mis pacientes. La carga sería tal, que me hundiría en un instante.
No me quites la sencillez espiritual necesaria para seguir disfrutando las cosas como el pan, la risa y
el amanecer sin recordar en ellas la demencia, el dolor y la muerte.
Dame, Padre, más cordura que sabiduría. Más sentido común que inteligencia y déjame señalarles
el camino a la libertad serena, a la que se gana sin arrancar o mutila

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