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viernes, 23 de abril de 2010

El microcosmo o el hombre



El microcosmo o el hombre

Nada parece más complicado al primer aspecto que el ser humano. Cómo analizar todos los detalles de la constitución anatómica y fisiológica de este ser, sin hablar hasta de su constitución psicológica.
El Esoterismo busca por todas partes la síntesis y deja el estudio de los detalles a los esfuerzos poderosos de las ciencias analíticas. Veamos si es posible determinar sintéticamente los principios que constituyen el ser humano.
Generalmente todos los órganos que constituyen este ser humano aparecen en nosotros en pleno período de acción. Todo esto le funciona, se agita, se nos manifiesta bajo mil aspectos y es sólo con la dificultad más grande que se puede determinar las causas poco numerosas a través de la multiplicidad de los efectos.
Pero he aquí la tarde venida; los miembros doblan, los ojos se cierran, el mundo exterior mismo no tiene más acción sobre el ser humano, y no tiene más acción sobre el mundo exterior: duerme. Saquemos provecho de este sueño para comenzar nuestro estudio.
El hombre duerme y sin embargo sus arterias laten;, su corazón funciona y la sangre circula; sus órganos digestivos continúan su trabajo, y sus pulmones aspiran y espiran rítmicamente el aire vivificante. Durante este sueño, lo que llamamos el hombre no es capaz de movimiento, ni de sensación, ni de pensamiento; a él no puede gustar, odiar ni, ser feliz ni, sufrir ni; sus miembros reposan inertes, su cara es inmóvil, y sin embargo su organismo funciona como si nada de nuevo fuera en el.
Pues somos hechos forzosamente considerar en el hombre:
1 °-Una parte maquinal que continúa su acción tanto durante el sueño como en la víspera; es el organismo propiamente dicho.
2 ° – Otra parte, intelectual ésa, apareciendo solamente en el estado de la víspera; es lo que llamamos la Conciencia, el Espíritu.
El dominio del organismo parece tan bien tajante como el del espíritu. ¿ Pero qué pasa en este organismo?
Todo lo que depende del Espíritu, los miembros, la cara y sus órganos, la voz, la misma sensibilidad general, todo esto reposa, lo vimos. Pero todo esto rodea al ser humano, todo esto es periférico. Es en el interior del tronco, en los tres segmentos que lo constituyen, vientre pecho o cabeza que pasan los fenómenos de la marcha automática de la máquina humana.
Como toda especie de máquina, el organismo humano posee órganos movidos, una fuerza motriz y un centro de mantenimiento y de renovación de esta fuerza motriz.
Así, si consideramos, tomando un ejemplo muy material, una locomotora, encontraremos allí órganos de acero movidos por el vapor, y la renovación de este vapor es mantenida por un desempeño continuo de calor.
También en el organismo humano encontramos órganos de constitución particular (órganos a fibras lisas) arterias, venas, órganos digestivos, etc., etc., movidos por la fuerza nerviosa transportada por las redes del gran simpático. Es así como la vida particular de cada una de las células que constituye los órganos, es mantenido por la corriente sanguínea arterial. Pues, órganos, centros de acción de las fuerzas diversas, fuerza motriz nerviosa y fuerza a animadora sanguínea, tales son los principios esenciales que constituyen la máquina humana en acción.
Pero el hombre se despierta. Algo además viene para añadirse a las fuerzas precedentes. Los miembros, que reposaban, se agitan; la cara se anima y los ojos se abren; el ser humano que fue extendido se levanta y habla. Una vida nueva va a comenzar, mientras que la vida orgánica perseguirá mecánicamente su acción.
El principio que acaba de aparecer esencialmente difiere principios precedentes: tiene sus órganos particulares de acción en el cuerpo (órganos a fibras estriados); tiene un sistema nervioso especial, se sirve del cuerpo como un obrero se sirve de un instrumento, como el mecánico se sirve de la locomotora: gobierna todos estos centros y todos estos órganos periféricos que reposaban en seguida. Este principio, lo llamamos el Espíritu conciente.
Si resumimos la exposición precedente, encontramos en el hombre tres principios: que sostiene todo, es el cuerpo físico; lo que anima y lo que mueve todo, formando ambos polos del mismo principio, el alma; por fin, lo que gobierna al ser entero, el espíritu.
El cuerpo físico, el alma o el mediador agrede con plástico doblemente polarizado, el espíritu conciente, tales son los tres principios generales que constituyen el ser humano.
Si se tiene cuidado que el mediador plástico es doble, podemos decir que el hombre es constado por tres principios orgánicos: lo que sostiene, lo que anima}, lo que mueve. El Cuerpo, el Cuerpo astral y el Ser psíquico sintetizados y devueltos la unidad de acción por un principio conciente: lo que gobierna el Espíritu.
He aquí un ejemplo de lo que se llama la Trinidad en la Unidad o Selección – unidad en el Ocultismo.

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